Cada mañana un guerrero debería comprometerse con la muerte. En la meditación matutina, mírate asesinado de múltiples maneras: atravesado por flechas, baleado, muerto por espadas y lanzas, arrastrado por una ola, calcinado en un incendio, alcanzado por un relámpago, agonizante en un terremoto, en caída libre desde una gran altura o abandonándote a una tristeza abrumadora. Un viejo guerrero dijo: “Desde que sales a la puerta estás rodeado por la muerte. Desde que dejas tu casa estás rodeado de enemigos”. Este dicho no es sólo una parábola, sino una forma de prepararte para tu destino.