He lanzado una botella al mar. Contiene un mensaje, s.o.s. Hay varias palabras en ella. El viento sopla en todas direcciones. Los crustáceos salen a bañarse. Carreras hacia la orilla de la mar. Algunos rezagados se distraen mordisqueando granos infinitos de arena tibia. El sol apenas calienta. El viento avanza las paginas del libro «El fin de la historia y el ultimo hombre» que sostengo en mis piernas, queriendo leer. El autor me dirige hacia la creencia de que la democracia liberal es la única forma política que a conseguido evitar las mayorías de las contradicciones  e insatisfacciones humanas. Detengo la lectura y reflexiono mientras las aves grises que se abalanzan desde el cielo para desayunar, entran de chapuzón a la playa y resurgen mojadas de plumaje pero vacías de alimento.  En las ciudades, el pueblo protesta. Detestando la impunidad de los políticos corruptos.  Es un todo la vida. Hay unas moléculas interrumpiendo mi mente. Unas hormigas suben por mi playera verde. Ya no hay paz. A lo lejos, avanza la verde botella transparente, rompiendo olas, surcando el mar. Negando su origen de arena. Solida transparencia que navega en la playa del este, buscando esperanza para esta patria dolida con hijos indolentes. En la arena filas de cangrejos que se organizan, a la derecha veo hormigas en marcha huyendo de miles de lagartos hambrientos. Seran atrapados los culpables? Celebraremos en éste siglo el Fin de la impunidad? Mi mente divaga buscando esperanza. El autor del libro me sacude con esta afilada expresión: «la vida humana entraña una curiosa paradoja: parece que requiere la injusticia, pues la lucha contra la injusticia es lo que hace salir a la superficie lo que hay en EL de mas elevado».  Me pongo de pie y a lo lejos, casi en el horizonte va la botella, el reclamo, el s.o.s. Debe existir la injusticia para que surja el sentimiento humano mas puro, con el interés de aplacarla? En el papel, allá entre las olas del mar Caribe, viajando en la verde botella, yo solo escribí: justicia coño!!