En la presencia horizontal
que ahora ocupas,
en tu callada presencia
que me abruma.
En la infinita verdad
de no estar nunca,
en el transito voraz
que te acurruca.
En el tiempo sutil
que te diluye,
en la idea de adiós
que ahora me fluye,
en la miseria ordinaria
de la vida,
en los instantes tristes
que derriban,
en la mudez fría
de tus labios,
en el cansancio absoluto
de tus manos,
en el dolor callado
y explosivo,
busca mi corazón
a tus latidos.
Solo oigo silencio…
En la certeza
de mi pensamiento,
eres partida absoluta
que presiento.
Agarro tus manos,
con lamentos,
en la agonía total
del sufrimiento.
En la lluvia fría
que se derrama,
en la paz absoluta
y en la rabia.
En la carencia de luz
en este instante,
en tu presencia absoluta
en todas partes.
En la locura
de mis ideas
mas insanas,
en la tibieza de
mis dedos en tus canas,
en la luz miel
de tus ojos
que no brillan,
en la frialdad
de tus labios
que mancillan.
En mi respiración
frenética y de prisa,
en el latir cansado
que me friza,
en el asombro agudo
que detiene,
en la sangre fría
que ahora tienes.
En el instante infinito
que es ahora,
en el mar
de mis ojos
que te lloran.
En la paz
de tu alma
en despedida,
en tu amor,
tu ternura
y en tu risa…
Eres todo madre, madre mía.
Y solo oigo silencio.
Cuando mis manos
recorrieron la muerte
de tu vida,
y debí prepararte
tu partida,
Coloqué
en su lugar
tu cuerpo inerte,
y mis ojos
se llenaron de luz
para no verte.
Descanses en Paz, Madre querida
Carlos Banks
Lamento el dolor por tu madre y su partida, ese quebranto que llevas dentro.
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