De pronto a mí me invade eso que yo llamo una “situación”, es decir que yo sé que algo me va a dar un cuento.
Hace poco, en julio de este año, vi en Londres unos posters de Glenda Jackson -una actriz que amo mucho- y bruscamente tuve el título de un cuento: “Queremos tanto a Glenda Jackson”. No tenía más que el título y al mismo tiempo el cuento ya estaba, yo sabía en líneas generales lo que iba a pasar y lo escribí inmediatamente después.
Cuando eso me cae encima y yo sé que voy a escribir un cuento tengo hoy, como tenía hace cuarenta años, el mismo temblor de alegría, como una especie de amor; la idea de que va a nacer una cosa que yo espero que va a estar bien.
Julio Cortázar
a través de Cortázar, cómo nace un cuento