Tal vez, el cielo haya sido el origen y la causa del deseo de trascendencia que siempre ha motivado a los filósofos, sacerdotes y místicos de todas las culturas. Ese influjo tan sutil y a la vez tan fuerte es el motivo de que algunos de los primeros “dioses”, y generalmente los más importantes, en que el Hombre ha creído, fueran el resultado de personificar a los espacios celestes.-
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