Buscando a Eva…

El viernes se hace gris al mediodía en Santo Domingo. Hay flores de cuaresma intentando subir las escaleras de mi puerta. Hay un olor a cenizas y alimento. Se arrastra la historia del hombre milenario. A lo lejos el mar bromea con las caracolas.

Entonces subo a la carretera sin asfalto. Viacrucis maldito. El cielo se llena de brillo. Mis pies descalzos avanzan hacia el pasado de un futuro escrito en un libro. Aquella historia de pasión y muerte. Yo buscando una carretera que me llevara a la libertad del amor y entonces, este cielo recordándome el duelo, la traición humanoide. Y las casas vacías.

Todos se fueron a las iglesias cuando sonaron las campanas y entre cada tañir había un dolor, una pausa aguda y una asfixia en todos los pechos. Era el recuerdo de un cuerpo en altura, destilando sangre de un costado en forma de luz. Fue entonces cuando llene mi cáliz de aquella bebida infinita. Elixir eterno. ¿Alimento para la vida nueva?

Después del sorbo breve, cerré los ojos y resucite en la galaxia de los hijos del altísimo, a más de un millón de años luz. Ahora estoy solo, con un olor a incienso y mirra. bebiendo a sorbos de este cáliz y buscando, buscando Evas

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